reflexiones sobre la vida

Hoy es otra de esas noches.

No puedo dormir, mil cosas revolotean en mi cabeza, como mosquitos sedientos de sangre. Trato de apartar las ideas, pero estas se agolpan en mi cabeza y no me dejan descansar. Pero tampoco puedo organizarlas, como si fuese un torrente de ideas que se topa con un cauce mas atorado que otra cosa. Lo peor es que muchas de ellas se desbordan y probablemente no volveré a verlas más. Y es que estos últimos cuatro días han sido tan... inesperados...

¿Les pasa que viven cosas que no se hubieran imaginado? Y luego no te lo puedes creer, sientes que estás aún durante el sueño. Te da miedo despertar y averiguar que te encuentras parado en una nada. Regresas a tu fría realidad y caes lenta y cruelmente en la idea de que ha sido tan solo un sueño. Uno de esos de los que no quisieras despertar. Pero no, sigues viviendo y disfrutando y sufriendo lo que te esta pasando, podría no ser un sueño...

Algunas veces he pensado que tal vez mi mente me engaña. Probablemente me duermo un día y sueño muchos otros, como viviendo esos como desearía que fueran y sufriendo los demás como lo que son. ¿Y que esta vida no es otra cosa mas que un largo y profundo sueño? La irrealidad de nuestros deseos y la dureza de nuestras realidades nos hacen perder a veces el rumbo.

Pensándolo mejor, tal vez nadie tiene un rumbo. A lo mejor nuestros caminos se van formando sobre la marcha, torciéndose según nuestros deseos mas olvidados, subiendo y bajando según las decisiones nuestras y de otros. Que fácil sería esta vida si tuviésemos un mapa, uno que nos marcara con rojo y con unas equis los puntos por los que debamos pasar, nos trazara la ruta más cómoda y más exitosa hacia nuestro objetivo en esta cosa que llamamos vida...

Pero no lo hay, y tal ves sea mejor de esta forma. Tal vez no hubiese vida sin todo ese sufrimiento, sin las penas, sin el hambre, deseos y aflicciones. Sin ellos no podríamos conocer la dicha, la alegría, la tranquilidad, la paz y todas esas cosas hermosas por las que soñamos día con día. Tal vez por eso sufrimos unos días, para poder disfrutar otros, para saborear la dulce miel de la felicidad, cuando esta toque a nuestra puerta.

.